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El año del miedo

Jamás soñamos que sería un año donde el miedo a vivir formara parte de nuestro sentir cotidiano. El año que se va será recordado como el año del miedo.

Gabriel Monteagudo.

Es el año en que tenemos miedo de abrazar al otro, miedo a apretarle la mano,  y miedo incluso a formalizar un cruce de miradas con un leve choque de puños.

Es el año que tenemos miedo de salir de noche, a andar caminando por ahí en la madrugada,  porque un policía o lo que es peor, un militar ostentando su arma de guerra, nos va a parar para preguntarnos para donde vamos, como si caminar libremente tuviera que tener un destino para declarar.

Es el año del miedo a reunirnos a conversar en una esquina, y si somos más de dos conversando estaremos mirando de reojo, con miedo a la definición que las autoridades puedan hacer de la palabra aglomeración. 

Es el año en el que tenemos miedo de salir a la calle porque desconfiamos del otro, porque “quiensabedondeanduvoyqueestuvotocando”.

Es el año en que una ley transitoria nos permite tener miedo de reunirnmos en familia en nuetro patio,  y que un vecino que no nos quiere, llame a la policía para denunciar que estamos aglomerados.

Habrá que correr las cortinas de las ventanas y cerrar las puertas para evitar el miedo de una molestia semejante.

Es el año en que no podemos bailar, es increíble pero no podemos bailar, ¿alguien soñó alguna vez que ibamos a tener miedo de bailar? 

Es el año en el que no podemos juntarnos con amigos, no podemos disfrutar de una cena con una compañía nueva, no podemos mirar miradas nuevas, ni ojos nuevos y tampoco por miedo, no podemos descubrir sonrisas nuevas,  la sonrisa del otro, sus dientes, sus labios, sus gestos.

Es el año en el que tenemos miedo de no poder acercar un plato de comida a nuestros hijos,  porque no sabemos si tendremos o no trabajo mañana.

Es el año en el que miles de uruguayos se levantaron un día cualquiera de marzo y descubrieron el miedo al mañana, en un día en el  que su trabajo había desaparecido, como le ocurrió a los artesanos o los guías turísticos. 

A ellos les tocó el miedo al olvido por la desaparición del otro que los justificaba. Jamás soñaron que un día se iban a levantar y no tendrían un turista al que ofrecerles su servicio o sus artesanías. 

¿Donde se fueron los abrazos, donde se fueron las sonrisas, donde se fue el apretón de manos, el beso al aire de los labios que te despiden, o el dibujo de un te quiero de una boca a lo lejos? 

¿donde es que están reunidos, esperando que los usemos el beso de navidad, el abrazo de Fin de Año, donde se fue la charla inesperada con el compañero de viaje en un ómnibus. Donde estarán? 

Se abrán cansado, se habrán disuelto en el tiempo que quedó atrás, se habrán escondido en algún baúl de aquel  último febrero que nos permitió el roce y el beso y el apretón de un abrazo. ¿Donde se habran ido?

O nos estarán esperando en algún lugar, pacientes, aguardando con paciencia infinita  porque saben que algún dia, en algún momento, los vamos a recuperar, y nos vamos a cansar de usar esos abrazos y esos gestos que postergamos. Y que en estas horas nos generan dolor por su ausencia.

Algún día, pronto estoy seguro, aquellos gestos que guardamos, le van a ganar al miedo.

Feliz 2021