Talvi será colorado, pero batllista no es

TAlvi confirma la regla del 9: en el Partido Colorado el batllismo hace mucho tiempo que se escapó por la venta. El economista colorado, que dicen trajo un aire nuevo a las viejas banderas de Fructuoso Rivera, no aporta el hálito de batllismo que el Partido Colorado necesita para recuperar su impronta de partido renovador de la sociedad uruguaya.

Lo terminó de confirmar esta semana en Colonia. El economista está preocupado por los mercados no por los consumidores, está preocupado por los empresarios, no por los obreros, y está preocupado por los inversores, no por la gente.

Se imagina a Batlle y Ordoñez diciendo “vamos a darles ventajas a los industriales y así, cuando los industriales ganen mucho dinero, ellos van a decidir que los trabajadores que emplean trabajen ocho horas diarias”.

Impensable. Sin embargo es lo que dice Talvi.

El itinerario de aquel batllismo de JOsé Batlle y Ordóñez  es reconocible por una serie de reformas desarrolladas en varios escenarios de la vida del país. Su plan de transformaciones que bregaba antes que nada por la integración moderna del país, discurrió por seis grandes andariveles: la reforma económica (nacionalizaciones, estatizaciones, promoción de la industria vía proteccionismo); la reforma social (apoyo crítico al movimiento obrero, otorgamiento de una legislación social protectora y obrerista, desarrollo de medidas de índole solidarista con los sectores más empobrecidos(); la reforma rural (eliminación progresiva del latifundio ganadero, promoción alternativa de un país de pequeños propietarios, con mayor equilibrio productivo entre ganadería y agricultura); la reforma fiscal (mayor incremento de los impuestos a los ricos y descenso de los impuestos al consumo, con objetivos también en el plano de la recaudación fiscal y del dirigismo económico y social), la reforma moral (incremento de la educación defensa de una identidad nacional cosmopolita, anticlericalismo radical, propuesta de emancipación para la mujer), la reforma política (amplia politización de la sociedad, iniciativas de reforma republicana a nivel de la ciudadanía y las instituciones, colegialización del Poder Ejecutivo).

Todas estas reformas (muchas de las cuales no llegaron a concretarse en sus aspectos medulares) no solo congregaron voluntades entusiastas, también provocaron oposiciones, miedos y resistencias.*

Talvi dice todo lo contrario.

Talvi fue asesor de Ramón Díaz en el Banco Central durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle. En aquellos años negoció dos préstamos stand by para Uruguay, créditos que Lacalle no utilizó porque en realidad lo que quería era que el FMI apoyara su política de privatizaciones que terminó fracasando rotundamente por la negativa del pueblo en las urnas.

Talvi era ese, el mismo Talvi de ahora, el que dijo este lunes en Colonia del Sacramento que va a eliminar la obligatoriedad de la inclusión financiera, que dejará todo menos la obligatoriedad.

 Lo que esto significa, justamente es que quienes quieran evadir lo van a poder hacer, quienes quieran pagar en negro lo pueden hacer. Una invitación a volver a la informalidad pensando, no en los comerciantes honestos, sino en la libre circulación de dinero negro y en negro.

Lo otro preocupante que dijo Talvi en Colonia tiene que ver con la “modernización de los consejos de Salarios” es decir que hay que dejar la “libre negociación” entre empresarios y trabajadores “hoy la ley de negociación colectiva impone rigideces” dijo. Esto significa dejar solo al zorro con las gallinas como era antes, cuando los empresarios podrán fijar libremente a su placer, el salario de los trabajadores. El ejemplo de los productores rurales saliéndose del Consejo de Salarios es una clara muestra. Y además cuando profundiza en este concepto, no único concreto que menciona es que se va a eliminar el decreto que permite la ocupación de los lugares de trabajo.

Ni una sola medida a favor de los trabajadores.

De batllismo, absolutamente nada.

*(Gerardo Caetano.- La República Batllista).

Moreira no es Richelieu.

Theophraste Renaudot era médico. Fue recomendado por el cardenal Richelieu para trabajar en la corte de Luis XIII en París. Cometió la herejía de rechazar en público el valor de las sangrías como método terapéutico, lo que le valió el repudio de sus pares. La Facultad de Medicina lo desautoriza frente a sus colegas y sus pacientes.

Quizás Renaudot no sea recordado por sus dotes científicas aunque sus ideas sobre la práctica médica, a la postre, se hayan impuesto.

En cambio, muchos le atribuyen el honor de ser el fundador del periodismo moderno.

De la mano de Richelieu,  Renaudot obtuvo en 1631 un privilegio par edita en régimen de monopolio, la “Gazette de france” autoproclamado “periódico de los reyes y poderosos de la tierra”. La “Gazette” contenía noticias del extranjero y algunas crónicas ligeras de la cort, mezcladas con editoriales elogioso hacia el cardenal Richelieu, que con frecuencia, eran escritor por el propio sacerdote. Renaudot llegó a rehacer entera una edición de 1633 para que entrara un artículo que el poderoso cura entregó a último momento.

Junta Departamental.

Lo anterior es un texto del libro Traficantes de Realidad del recordado periodista Marcelo Jelen.

Aquí podemos quedarnos tranquilos. Ningún Renaudot tendrá que rehacer ninguna edición para poner una noticia que surja de la Junta Departamental de Colonia. En este foro ya no hay discusión, la presentación de los temas del Orden del Día es de exclusivo protagonismo de la Secretaria, que lee para atrás y para adelante, los anodinos informes de las comisiones. Para no hacer política, para no discutir de política y para enterrar los conflictos, algo antinatural para un cuerpo legislativo que reniega de su propia esencia, sacaron el Secretario de carrera y pusieron un Secretario político para filtrar los temas, y entonces solo se vota lo que al Partido Nacional le interesa. 

La palabra anodino tiene una acepción que aquí calza justo: se llama así a un medicamento que calma el dolor. En un  escenario donde algunos ediles hacen su solitario y onanístico stand up para una tribuna inexistente, la junta departamental de Colonia ya  no es lo que fue. Decididos a que no se discuta lo que puede generar conflicto, la estrategia eficaz de Moreira fue aplicar una estrategia para calmar el dolor que genera la discusión política. 

El Partido Nacional, más precisamente el moreirismo, se encargó de mal utilizar sus mayorías para que en su gobierno  solo prime la vocación presidencialista del intendente Carlos Moreira que prefiere que no se haga nada, que no haga él.

Mientras los blancos inflan la camiseta hablando mal de la mayoría parlamentaria del Frente Amplio, para bien o para mal, Moreira aplica la mayoría de dieciocho ediles de forma aplastante.

La discusión, el intercambio de visiones ideológicas, la crítica al accionar del gobierno, la propuesta diferente, se escaparon por la ventana y solo la capacidad discursiva de algún  edil, como el caso de William Geymonat, que tuvo qeu exaltar en varios pasajes de su alocución la figura del intendente, permitió que los blancos le votaron el pasaje de sus palabras al Ejecutivo.

La junta departamental de Colonia, tanto y cuanto antaño foro de debate sobre la conducción del Ejecutivo, se convirtió en una caja boba desde donde no sale nada, un laissez faire, laissez passer donde la única realidad es la no existencia de su cometido parlamentario.

Soy de los que cree que los gobernantes deben tener sus mayorías propias para poder gobernar porque entre otras cosas, les crean menos problemas que los gobiernos de coaliciones. Quienes recuerdan los gobiernos blancos y colorados antes de 2004 saben de que hablamos. En un ŕégimen presidencialista como el uruguayo, el que gana gobierna con sus mayorías porque el que pierde, al menos en Uruguay, se pone a trabajar par limar al gobierno que ganó para ver si llega al poder cuatro años más tarde.

En ese marco, es bueno que Moreira tenga sus propias mayorías.  Es más, incluso ha cooptado ediles de la oposición, y hoy son mucho más que dieciocho los ediles moreirismo presentes en Sala. Algunos lo apoyan abiertamente y algunos otros trabajan en segundo plano, aunque a la hora de la foto les encanta posar junto al máximo jerarca.

Así las cosas, se puede decir, parafraseando la frase usada en la sucesión de Carlos VI “La junta ha muerto, viva la Junta”. A la última sesión de la Junta Departamental de Colonia, sólo concurrió un periodista de EL ECO, y un fotógrafo que dijo que su tarea más importante no era la fotografía ni el periodismo, sino ser entrenador de un cuadro de básquetbol de MOntevideo. 

Los ediles del Frente Amplio ni siquiera se molestaron en entrar para votar, ya no argumentar, alguna opinión sobre la Rendición de Cuentas de la junta Departamental, sus Estados Financieros de 2018, ni sobre la Rendición de Cuentas y Ampliación Presupuestal del Ejecutivo. No entraron a Sala y cuando se votó en el punto 5, la exoneración del 25% de la contribución a los hoteles,   entró Rubén “hermanacho” Banchero, William Geymonat, Jose manuel Arenas y Castro.

Lo poco más que ocurrió, se lo contamos en notas aparte en esta misma edición.

A diferencia de Richelieu, Moreira no necesita un Renaudot que le reimprima la edición para que entren sus ideas a último momento. 

Le alcanza con no proponer ninguna.

FIN