El caso de la prisión del intendente Walter Zimmer tiene ribetes demenciales y habla de cómo, una vez que la justicia trata a los poderosos como iguales, el resto del sistema institucional que le reclama diariamente igualdad a la justicia, se encarga de establecer diferencias.
A ver: no está mal ir a visitar a un amigo en la cárcel y no está mal opinar que la prisión del intendente es injusta. Lo que está mal es ir con las cámaras de televisión y señalar a la justicia como injusta porque mandó preso a uno de los suyos.
El caso más patético y vergonzoso es sin dudas el del ministro Eleuterio Fernández Huidobro. Incluso el Presidente José Mujica metió la pata al declarar que no hubo dolo cuando si uno se toma el trabajo de dar una vuelta por la página de la Real Academia Española, se señala justamente todo lo contrario (1)
Pero tal vez lo más grave desde el punto de vista institucional sea la actuación de la Corte Electoral y de su dependencia en Colonia la Junta Electoral. En esta última aseguran que no les llegó ninguna notificación desde Montevideo y por lo tanto, no tienen objeción en que Zimmer integre las listas ni que no se le suspenda la ciudadanía. En la Corte Electoral no se hacen declaraciones y reiterados llamados Ministro Wilfredo Penco, nos devolvieron un absoluto y prolongado silencio.
La suma de razonamientos lógicos señala que, si la Corte Electoral no le suspendió la ciudadanía, si pudo encabezar cuatro de las listas que presenta el Partido Nacional en Colonia y si, además, Zimmer podrá volver a ejercer su cargo cuando termine su reclusión, no es un disparate pensar que el 1 de julio el intendente preso podrá salir a ejercer su derecho al sufragio.
Como me comentaba un abogado amigo “en la historia de ejercicio de la profesión, más de veinte años, jamás vi un solo preso que integrara listas o que le vayan permitir ir a votar” y medio en broma, medio en serio, me decía que el caso sienta jurisprudencia “para reclamar igualdad con todos los presos, esto es, todos pueden dar conferencia de prensa al salir del juzgado procesados, todos deben salir sin esposas acompañados de un jerarca policial y todos pueden tener celulares en la cárcel”.
Es que, con el criterio adoptado por la Corte Electoral, al menos hasta ahora y por omisión, el caso Zimmer lograría algo inédito en la historia de las cárceles del país, y es que todos los presos que están sin condena -el mismo caso del intendente- tendrán derecho votar en las próximas elecciones. Algo así como el ochenta por ciento de los uruguayos que conforman el sistema carcelario.
La pregunta del millón es si los llevarán a votar a los circuitos que les corresponden, los dejarán salir o instalarán circuitos de votación en todas las cárceles del país.
Sin dudas, cualquiera de estas hipótesis, que no por espantosas se parecen ya a una tesis, de acuerdo a la serie de hechos constatables que dan por tierra cualquier suposición, tiene aspectos demenciales que se escapan por completo al marco legal establecido por la jueza Virginia Ginares en su dictamen de procesamiento del intendente Walter Zimmer.
La justicia, tan vapuleada siempre por los ciudadanos, termina siendo la villana cuando actúa como en este caso, aplicando un manto de igualdad a aquellos que, pese a los discursos, se victimizan para enviar un mensaje claro y fuerte.
En ese mensaje dicen sin tapujos que ellos son más iguales que el resto de los uruguayos, y por lo tanto, merecen un trato diferente.
Dolo.
(1) Engaño, fraude, simulación.
2. m. Der. Voluntad deliberada de cometer un delito a sabiendas de su ilicitud.
3. m. Der. En los actos jurídicos, voluntad maliciosa de engañar a alguien o de incumplir una obligación
Der. El que concurre en el autor de un delito que no pretende cometerlo directamente, aunque ha considerado su posibilidad como resultado de su acción.