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Así se gestó la redada de carmelitanos que terminó con la muerte de Chiquito Perrini.

Gabriel Monteagudo.

Con la dictadura ya instalada, los carmelitanos fueron perseguidos, encarcelados y torturados. En setiembre y octubre de 1973, unos meses después de que los militares se hicieran con el gobierno, comenzó la preparación de  una caceria de ciudadanos en el departamento de Colonia, cacería que hizo foco en Carmelo y que terminó con la muerte en la tortura de Aldo “Chiquito” Perrini.

Este trabajo, en base a documentos microfilmados que fueron desclasificados y cedidos a EL ECO para que vean la luz pública por primera vez, y que se pueden encontrar al final de esta nota, dan cuenta de la persecución que se hizo, las justificaciones que se encontraron para realizar las detenciones y las historias que fueron armadas para organizar la cacería militar contra militantes civiles de izquierda de nuestra ciudad.

Decimos esto porque antes de seguir leyendo hay que hacer una aclaracion necesaria: los textos con los hechos que se exponen, estan basados en informes militares que buscaron como tantos,  satanizar y convertir en malos y demonios a miles de uruguayos para justificar su llegada al poder y su permanencia en el mismo.

Se trata de testimonios a detenidos arrancados bajo tortura, es decir que, estas declaraciones no son confesionas o palabra que pueden surgir de un juzgado donde el detenido tiene todas las garantías para declarar, y con un abogado defensor presente, sino que son basadas en testimonios arrancados con violencia  a los detenidos indefensos, por parte de militares que durante días, tenían a los detenidos aplicándoles tormentos como colgarlos, hacerles el submarino, golpear sus genitales, aplicar picana eléctrica, y tenerlos desnudos en salas de tortura,  o violándolos directamente.

En ese marco, las historias no pueden ser tomadas al pie de la letra del texto que surge de aquellos informes,  sino que se debe contemplar el “paisaje” que querían contar los militares para justificar sus aberraciones. Asimismo, exponerlas a la luz pública es una forma de exorcizar una parte de la historia que todavía no ha sido totalmente contada y que muestra los límites del horror humano al que llegaron algunos uniformados que conformaron la parte más terrible de la historia reciente.

El marco histórico.

En febrero de 1973, en la base de Boisso Lanza, Juan María Bordaberry pactó con los militares la entrega de la democracia, la  cual hace efectivamente el 27 de junio de ese año.

Ya entonces las fuerzas de la represión tenían detenidos y torturados, ya había cancelación de libertades, había clausuras y atropellos de todo tipo. El desastre económico y social producto del deterioro del gobierno colorado iba en caída libre y se agudizaba peligrosamente. El gobierno de Pacheco Areco llevó al pueblo al límite y Bodaberry terminó de colapsarlo.

Así que, cuando comienza la dictadura, “los milicos” comienzan también una persecución impiadosa sobre los militantes de izquierda. Si bien la victoria sobre la guerrilla había sido declarada un año antes, en aquella época, la definición era clara y ser de izquierda, por más que se fuera ser sólo simpatizante del recientemetne nacido Frente Amplio, era ser “comunista” y “tupamaro”, no había más que esas calificaciones.

Desde 1972 el Movimiento de liberación Nacional Tupamaros estaba desmantelado y sus integrantes presos, y con la dictadura,   los principales líderes políticos estaban tras las rejas o en el exilio.

Presos cayeron ese año  Líber Seregni y Rodney Arismendi, entre otros. En el exilio huyeron porque habían sido amenazados de muerte Wilson Ferreira, Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz.

Contábamos en una edición anterior de EL ECO, que el brazo civil armado y fascista de la dictadura lo encarnó la Juventud Uruguaya de Pie y en ese marco de civiles apoyando a la dictadura, en Carmelo se formaron grupos como el Movimiento de Padres Demócratas y el Movimiento de Reafirmación Democrática.

Así se da una persecución hacia  quienes desde la izquierda, militaban o se movilizaban en denuncia de la pérdida de la democracia. 

Solo imagínese.

Imagínese usted, amigo lector,  que hoy desde la comisaría comenzarán a hacer una lista de quienes tienen posturas u opiniones de izquierda o progresistas. Imagínese que haya una o varias personas, civiles con simpatía hacia los militares, que se pare en una esquina y anote los nombres de los muchachos que van al comité Héctor Grosso, de lo muchachos que se movilizan con los gremios, de los que andan con pegatinas del FA en el auto o que anoten los nombres de los que alguna vez fueron visto en un acto del Frente Amplio o que se quedaron del gobierno en las redes sociales. 

Imagínese lo largo de esa lista,  y la arbitrariedad que pueda significar,  si un día alguien desde el poder, ordena detenerlos a todos.

Así pasó en aquella época, y esa razzia profunda y descarnada que ocurrió en todo el país contra el pueblo, llevó a decenas de carmelitanos y colonienses tras las rejas. La mayoría sufrieron torturas en el cuartel de Colonia, otros fueron exiliados, destituidos de sus empleos  o  marginados socialmente. A todos les ponía la letra B o C si los catalogan como frenteamplistas o blancos independientes, y eso significaba  que podían ser detenidos inmediatamente.

Si eras A estabas salvado, eras colorado, blanco herrerista  o simpatizante del régimen militar.

La locura militar.

Con todas las cúpulas políticas encarceladas, muertas o exiliadas, la dictadura cívico militar tenía que justificar su presencia,  y entonces seguía encontrando tupamaros y comunistas.

Así, de acuerdo a los documentos a los que pudo acceder EL ECO, a partir del mes de octubre de 1973 comienzan a realizarse una serie de operaciones por parte del Batallón de Infantería No 4  de Colonia, porque aseguran que pudieron “detectar grupos del MLN-T actuando en el departamento de Colonia”. 

A fines de diciembre de 1973 el Batallón de Infantería No 4 decide concentrarse primero en la ciudad de Carmelo y continuar luego con el resto de las localidades de Colonia.

Es así que enero del 74 se efectuaron aproximadamente cerca de 44 detenciones en el Departamento,  y otras tantas en febrero en Carmelo, entre ellas la de Aldo “Chiquito” Perrini que terminará muerto por los golpes y la tortura menos de un mes despues.

En el mes de febrero de 1974 se escribió un documento de la División de Ejército II que describe y analiza “las actividades subversivas que se desarrollaron en el Departamento de Colonia desde octubre de 1973 a febrero 1974”.

El documento está en el Archivo de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia.

 Policía de Montevideo. Carpeta Nº 30. No. 5001/55. D-2. D.E. II. 131200- FEB-74. P.C-20. Parte Especial de Información No. 049/974.

Los documentos

Este documento lo venimos buscando desde noviembre del año pasado. El documento no estaba en poder de la Institución de Derechos Humanos donde fue parte del material sobre el pasado reciente,  sino que estaba en Facultad de Humanidades y Ciencias,  donde un problema informático según nos dijeron, impidió que pudiéramos hacernos con el documento, pedido a esa institución formalmente el pasado 10 de enero.

Finalmente, gracias a la Fundación Cruzar con Samuel Blixen y Nilo Patiño a la cabeza, logramos una copia del documento de dos hojas, Copia No 2 de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia con el número 131200 de Febrero del 74.

Este documento original está en poder del área de archivo histórico de la Facultad de Humanidades y Ciencias que es la que tiene en  los archivos de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia.

Allí nos negaron el acceso al documento durante un mes y medio.

Sin embargo gracias a la Fundación Cruzar logramos su acceso tras una gestión de cinco minutos. Desde allí trabajan en la desclasificación de los microfilms de lo que se llama “Archivo Berrutti” que son los archivos que encontró la ex Ministra Azucena Berruti como Ministra de Defensa en el año 2006, durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez. Son unos 14 mil archivos  microfilmados a los que se suman los papeles encontrados en la casa del coronel Castiglioni.

Cruzar,  es un proyecto de difusión de archivos del pasado reciente que lleva adelante el periodista Samuel Blixen y en el que también trabajan alumnos y egresados  de la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República , así como de la Facultad de Ingeniería. Este proyecto busca dar transparencia a los documentos que fueron elaborados por durante el terrorismo de Estado ejercido durante la dictadura, la cual tenía objetivos militares, pero también políticos y sociales para llevar a cabo, con la colaboración de los civiles que la apoyaron.

El proyecto Cruzar cuenta con el apoyo de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos en acuerdo con el Grupo de Trabajo Verdad y Justicia.

Se pueden ver sus documentos en www.cruzar.edu.uy. Allí creen que estos documentos deben ser públicos y no permanecer ocultos o limitados al público por problemas informáticos.

La historia.

Está claro como los militares iban deteniendo gente con información que obtenían a partir de la tortura, así se hacían con  datos, algunos reales y otros mayoritariamente eran falsos pero que les servían para ir siguiendo el hilo para continuar deteniendo gente.

Piense usted si no es capaz de inventar historias y nombres o confirmar los nombres que les sugerían, mientras está desnudo en un caballete de madera, atado y con la cabeza sumergida en un tacho con excrementos, o dándole picana en sus genitales. 

Y cuando se les pasaban de las torturas con alguien y lo terminaban matando, una de las razones de la muerte era “edema agudo de pulmón” como le pusieron a Chiquito como causa de la muerte,  y como ya lo habían hecho unos meses antes en Rocha, más precisamente el   2 de octubre de 1973,con Hugo Leonardo de los Santos Mendoza,  al que también torturaron hasta matar,  y le pusieron la misma causa de muerte que después le pondrían a  Chiquito.

Según el relato de los documentos obtenidos por EL ECO de febrero de 1974, unos meses antes, en octubre de 1973 “después de practicarse la detención de Arturo Ilhenferld por efectivos del Batallón de Infantería 4 relacionado inicialmente por presuntas actividades de contrabando de armas, admite integrar una organización más antigua” que conformaban varios militantes de izquierda, “algunos de ellos que habían pasado a la clandestinidad”.

En el documento se nombra una serie de personas como “integrantes de la organización sediciosa”. 

Cuando se lee en el documento que tal persona “admite” hechos, hay que recordar lo que escribimos más arriba sobre las confesiones bajo tortura. A partir de la detención de Ilhenferd detienen a Diego Cabrera quien fue detenido el 29 de diciembre de 1973 al bajar de un avión de Arco en el Balneario Zagarzazú.

Así, Cabrera habla de Abel Vannni y de Ventura Rébori, viejos integrantes del MLN en Carmelo.

El el documento el informe militar dice entonces que en  antes de 1971 “la organización había concurrido a la República Argentina a la localidad de San Fernando para traer determinada cantidad de explosivos, habiéndose realizado en el velero de Rébori Sachs, pero “el contacto fracasó y después de dos dias de espera regresan a Carmelo donde a Vanni le correspondía esperarlos en una pequeña canoa para realizar el trasbordo y eludir el control de la aduana”.  Es decir que volvieron con la manos vacías, pero agregan que “a requerimiento de Lucas Mansilla, Abel Vanni le pasa a Pacheco, un contrabandista de la zona” que en ese momento estaba a disposicion del Juzgado de Carmelo.

A partir de estas detenciones “se resuelve orientar el esfuerzo por parte del batallón de Colonia sobre la Ciudad de Carmelo, con la finalidad de “agotar todos los medios para identificar a los grupos subversivos y proceder a su desintegración para continuar con posterioridad sobre el resto de las localidade del departamento” señala el documento.

Así se detuvo luego a Victorio Méndez que tenía en su poder una carta que le había enviado Raúl Sendic, el 29 de octubre de 1956, es decir casi 20 años antes y que Méndez guardaba como recuerdo.

También el informe habla que en 1959 se integraron al MLN Ruben Lalane, Roberto Bertolino y Bubby Bertolino “funcionando dicha célula unos meses abandonado con posterioridad la integración y actividades”. 

El documento señala como detenidos de relevancia a Carmelo a personas muy conocidas como Graciela Castillo, Ruberto Bruno, Ricardo Rodríguez, Roberto Bonet, y dos estudiantes de Juan Lacaze Sergio Bermúdez y Mario Perez.

¿Que hacían estos subversivos? Veamos lo que dice el informe sobre reclutamiento de carmelitanos “participando en reuniones de autocrítica, en las cual se extrae que el error del movimiento fue poner a los cabeza de grupo al frente de las acciones y como consecuencia de ello se quedaron sin dirigentes” afirma el documento.

Es decir, habla de gente que se reunía en 1974 para hablar de la actualidad política y analizarla. Parece descabellado que esa acción signifique que eran “subversivos” pero así eran para la visión de los militares y sus alcahuetes civiles de la época.

Se asegura en el texto que en el Balneario Zagarzazú se realizaban “lectura de documentos, prácticas de deportes, simulacros de acciones y defensa personal,”

En 1974, en febrero de ese año, detienen a Aldo Perrini que muere en los primeros días de marzo. La dictadura comenzaba a perseguir a todo el mundo con imagen de “comunista o de tupamaro”

En ese contexto el, informe dice que “los futuros grupos del Ejército” en Carmelo “tenían como jefes de grupo a Graciela Castillo, Ricardo Rodríguez y Ruben Lalane, funcionando actualmente con seis integrantes cada uno”.

El documento señala a los Faedo,  Ana y su padre Juan, así como que en el liceo “funcionaba un grupo  bancado por el Dr. Eduardo Emilio Buono (SIC) médico de la organización conjuntamente con Juan Cabrera en la secretaría de ese centro docente”. 

También el deporte estaba “infiltrado” según los militares y “en el Club de Remo de Carmelo funcionaba un grupo encabezado por Abel Vanni y los hermanos Ahlers”.

Todo conocemos a los que se mencionan en este documento y los conocemos como personas de bien. Más de cuarenta año después, el documento publicado por EL ECO revela “el relato” militar, con el que se justificó la represión en su momento sobre el pueblo de Carmelo. 

Este relato que bajaba desde el centro del poder militar, también permeaba a los civiles cómplices de la dictadura,  que después ejercieron su desprecio hacia los señalados con el dedo por los militares, y  que generaron una división profunda que aún permanece en algunos sectores de la comunidad local.

Los documentos:

Los socios civiles de la dictadura en Carmelo

Atardecer en Carmelo. Foto: GM

Carmelo tuvo muchos detenidos, muchos proscritos y muchos destituidos durante la dictadura cívico militar porque tuvo muchos delatores. Dicho en otras palabras, hubo muchos civiles que trabajaron voluntariamente y con entusiasmo, para el régimen militar.

La historia y las investigaciones realizadas en estos años, han demostrado que el régimen de terror que se apoderó de la conducción del país con el apoyo de Estados Unidos en junio de 1973, no fue sólo una movida militar para hacerse del poder político, sino que incluyó un plan de exterminio de las ideas y militantes  progresistas surgidas al calor de la protesta social de los sectores populares,  y  un plan de ajuste económico en beneficio de las clases altas y en desmedro del trabajador.

Para ello encarcelaron opositores, pero también les robaron y saquearon sus viviendas, su dinero y sus pertenencias, como bien lo demostró un estudio de tres jóvenes periodistas recién recibidos, hace meses atrás.

Pero también es cierto que para que todo esto fuera posible, hubo muchos civiles que colaboraron con los militares, la mayoría poque en esa lógica de buenos y malos, entendieron que los militares eran los buenos peleando contra los “comunistas” que eran los malos. Allí cayeron todos los que ideológicamente estaban del centro a la izquierda, es decir, en el Partido Nacional “del wilsonismo para allá” y todo el Frente Amplio. 

No hubo muchos destituidos ni perseguidos colorados, salvo casos especiales, porque el coloradismo, al igual que el herrerismo y todo el espectro de la derecha nacional de aquel momento, fueron colaboradores del régimen militar. Por eso cuando hay que referirse a la dictadura entre 1972 y 1984 hay que denominarla dictadura cívico-militar, porque el aparato armado de los militares usó, para mantenerse en el poder, una vasta red de civiles que apoyaron fervientemente la represión y persecución de los ciudadanos, muchas veces vecinos y familiares, de pensamiento progresista.

En ese marco, el 9 de septiembre de 1971 el Poder Ejecutivo encabezado por Juan María Bordaberry desplaza a la policía y le da todo el poder de represión al Ejército, que comienza una escalada de toma del poder que lo llevaría a quedarse con la conducción del país dos años después.

En lo que tiene que ver con la sociedad que acompañó y aplaudió esa movida de apropiación del poder por parte de los militares, la Juventud Uruguaya de Pie (JUP) a nivel nacional  y el Movimiento de Reafirmación Democrática a nivel  local eran claramente dos movimientos de apoyo al gobierno cívico militar. 

Por su parte, a nivel de la enseñanza con el mismo propósito crearon un movimiento de padres y otro de docentes también de claro apoyo al régimen y que en los hechos excluía a aquellos que después recibían las calificaciones de categoría b y c que los inhabilita a la función pública y  o docente.

Carmelo fue una ciudad que tuvo cientos de detenidos y proscritos durante la dictadura cívico-militar. Muchos carmelitanos fueron catalogados como clase “C”  que se los señalaba como adheridos o simpatizantes del Frente Amplio, “B” si eran blancos con tendencia hacia el centro izquierda del espectro político  y “A” porque eran demócratas, fundamentalmente adherentes del Partido Colorado que apoyaban el régimen.

Había que acceder a un certificado de Fé Democrática en aquellos años, que era estudiado y concedido tras estudios de la persona por parte de los militares en los cuarteles.

No sólo fueron encarcelados, muchos uruguayos fueron despedidos de su empleo público, otros fueron postergados en su carrera funcional y otros vivían con miedo de ser despedidos.

Eran épocas de terror y muchos quedaron sin trabajo y tuvieron que emigrar.

Dicho período estuvo marcado por la disolución del Parlamento, la prohibición de los partidos políticos, la ilegalización de los sindicatos, de los medios de prensa y la persecución y encarcelamiento de opositores al régimen.

Se venía la elección del 28 de noviembre de 1971 en un país políticamente convulsionado. En ese marco, Bordaberry, quién luego sería el entregador oficial del sistema democrático, esto es el padre de Pedro,  aparecía como delfín de Pacheco Areco que no podía volver a ser candidato. En el Partido Nacional la fórmula de Wilson Ferreira y Carlos Julio Pereyra se volvía la que posiblemente ganara la elección y por otra parte, la unificación de la izquierda en el Frente Amplio traía un aire nuevo.

Ahora se sabe por la desclasificación de documentos secretos de la Embajada norteamericana, que hubo injerencia de la diplomacia de ese país y de Brasil, para fraguar la elección y que no ganara Wilson.

Entre 1970 y 1974 los civiles que apoyaban la lógica militar y anticomunista que imperaba en esas épocas, habían conformado diversas agrupaciones, muchas de ellas que participaron de hechos de violencia y asesinatos.

La Jup  (Juventud Uruguayas de Pie) fue creada junto con el semanario Tiempo por orden de la embajada norteamericana para oponerse a los avances que el pueblo uruguayo en su  conjunto ha ido forjando. para ello recolectó y gente como Daniel García Pintos, Hugo Manini Ríos hermano del senador y líder de CA,  y Wilson Craviotto.

Los civiles en Carmelo.

Para apoyar a los militares que luego se alzaría con el poder, los sectores más recalcitrantes de la derecha, armaron en Carmelo dos movimientos, uno  fue el Movimiento de reafirmación democrática, que actuaba como filial local de la JUP, y otro de padres de estudiantes, que fue el  Movimiento  de padres demócratas.

Así nació en 1971 el MODEPADE (Movimiento de Padres Demócratas) en agosto de 1971. 

Ante hechos que demuestran la clara violación de nuetra forma de vida democrática, por parte de quienes quieren o pretenden reemplazarla por otras, haciendo para ello de procedimientos desleales, reñidos ocn nuestro sistema de vida liberal,los padres demócratas considerando que estos hechos ya han invadido el ambiente de la enseñanza con las características antes apuntadas, han decidido agruparse en el Movimiento de Padres Demócratas. Este grupo de derecha, ideológicamente cercano al pensamiento militar que luego usurpó el poder no tenía empacho en anunciar que se declaran “defensores del régimen republicano democrático” que se declaraba “independiente, sin ataduras políticas ni sociales”.

Así lo publicaba el periódico El Municipio de la época.

Este grupo lo conformaron carmelitanos renombrados como Pedro Narbaiz, Edmundo Roselli, Juan Carlos Poletti y su esposa Alicia Carro de Poletti y algunos otros que luego fueron señalados como activos militantes en apoyo de la dictadura

Por su parte el Movimiento de Reafirmación Democrática en Carmelo estaba formado por “todo ciudadano que sienta inquietud por la suerte de nuestra libertad y nuestro régimen republicano democrático, hoy en peligro, es ya, de hecho con pleno derecho un integrante de este movimiento” señala un comunicado en El municipio de agosto de 1971.

Este movimiento se inauguró formalmente el 19 de septiembre de 1971 con un gran acto público de reafirmación democrática que será la inauguración del movimiento en esta zona del departamento.

El comunicado lo firman connotados vecinos como el militar Humberto Mendívil, Gandur Osta, María Angélica Valente, Javier Alsina, María Rosa Cippollini, Carlos Pochellú, Dinorh Sartori, Olga Roselli y Dante Irurtia.

Así, se convocó para una concentración pública en Plaza Artigas el sábado 21 de agosto de 1971 “para luego partir en caravana de automóviles hacia Nueva Palmira en adhesión al gran acto de reafirmación democrática que allí se realizará” se señala en la prensa local.

Al acto inaugural vinieron el Dr. Alberto Gallinal y el Dr. Eduardo J. Corso.

El municipio, órgano de prensa de la época, señaló la participación ciudadana en unos cien tractores y unos doscientos cincuenta vehículos.

Algunos, cuando vieron al régimen miltar en acción y el recorte de libertades, así como la represión, carcel y tortura de muchísimos vecinos, se alejaron rapidamente y se mantuvieron al margen. Otros, como el caso de Dante Irurtia, siguió apoyando la dictadura y luego sería parte de ella como Concejero de Estado , hasta la finalización misma de la dictadura en 1985.

Lo cierto es que más de ciento sesenta carmelitanos fueron encarcelados en aquella época, cientos fueron reprimidos y otros tantos fueron echados de sus trabajos o tuvieron que irse del pueblo para evitar la delación de quienes apoyaban el régimen.

La historia local, todavía no los ha puesto en el lugar que corresponde.

FIN.

Sobre el acto 206, la costumbre y los blancos.

Acto 206 años fundación de Carmelo. Foto: GM

El  ellos y el nosotros por encima del todos

gm

Había caras que eran un poema. Lo mal que le cayó a algunos de los presentes la llegada de la intendenta de Montevideo Carolina Cosse y del Senador Oscar Andrade podía verse en varias de las caras de quienes estaban en el acto de festejos por los doscientos seis años de la fundación de CArmelo.

Algunos ni saludaron y el presentador, para omitir o nombrarlos, decidió no mencionar a ninguna de las autoridades presentes y se limitó a decir “saludamos a autoridades nacionales, departamentales y locales”. 

No eran pocos, estaban el  diputado Nicolás Viera, la intendenta del departamento que alberga a la  mitad de los uruguayos y un senador de la República. Eran las mayores autoridades presentes en el acto.

El detalle es que  todos eran del Frente Amplio y no había ninguna figura nacional ni departamental del Partido Nacional, salvo la edila departamental María Isabel Rosseli. Y eso motivó la frialdad de los integrantes del Comité Patriótico Femenino y de los integrantes de La Querencia, dos de  los sectores más conservadores de Carmelo, a los que palabras como “comunista” les paraliza el aliento y les cierra el bolsillo, ese bolsillo donde los ciudadanos llevamos al alcance de la mano  algunas cosas básicas como el republicanismo, el respeto por las ideas diferentes o las más básicas normas de convivencia.

Lo cierto es que no hubo ni mención ni saludo a los visitantes que tuvieron el gesto de arrimarse al acto protocolar que sino hubiera pasado sin pena ni gloria. 

La que fue a saludar fue “Marujita” Sarachu,  que después del acto se acercó a dar la bienvenida.

Lo cierto es que el protagonismo de la mañana del sábado pasado, fría mañana que parecía otoñal más que veraniega, se lo llevó la delegación de izquierda que llegó a la Plaza Artigas. Y si bien todos sabían que las visitas no venían al acto sino que andaban en otras actividades proselitistas, lo cortés no quita lo valiente.

Los comentarios que escuchamos después no tienen desperdicio, ni del lado de los organizadores, uno de ellos que se quejó  “los comunistas nos coparon el acto” le dijo a EL ECO  una señora evidentemente enojada, en tanto que desde los visitantes se escucharon frases como “que mala onda que hay acá, parece que no les gustó que vinieramos”.

Acto blanco.

Después de tantos años de monopolio blanco a nivel local y departamental, se ha producido una especie de asfixia del partido gobernante sobre el resto de los ciudadanos. Entonces, todo parece organizado por blancos para blancos, que luego que tienen todo armado, invitan si quieren al resto de la sociedad a participar. Pero el protagonismo es de ellos.

Incluso, esta conducta, se ha instalado como natural dentro de los ciudadanos que no son oficialistas, oficialismo que también ahora integran los colorados riveristas y demás sectores conservadores.

Pero Carmelo, esencialmente, es tierra de blancos. Entonces, en todos los actos oficiales y actividades sociales parece que están armadas por blancos sólo para blancos, y el resto si quiere ir que vaya y el que no, que se embrome. 

Es así que para hacer cualquier cosa hay que pedirle permiso a los blancos, hablar con los blancos y arreglar con los blancos. Se hace lo que ellos quieren y lo que ellos no quieren.

Eso se ve en el municipio, se ve en la junta departamental y se ve en la intendencia. Todos lugares donde el Partido Nacional tiene mayoría absoluta.

Mayoría absoluta que a lo largo de tantos años, genera una especie de asfixia social, un sentido de frustración en aquellos que están ajenos a esta forma de ejercer la política local, o que no comulgan con sus ideas.

Los blancos hacen y deshacen a su antojo,  y se baila con la música que ponen ellos y bailan esta música, los que ellos quieren que la bailen.

Esta situación no tiene que ver con las personas que ejercen los cargos, aclaremos esto, sino que tiene que ver con una forma de ejercer cotidianamente la política, que hasta se ha hecho costumbre.

Desde los sectores de poder se ejerce como natural, y desde la población se acepta que es así y no hay quejas. A tal punto no hay quejas que, a la hora de elegir los cargos de gobierno, las mayorías populares terminan votando por lejos al Partido Nacional en Colonia y por lo tanto vox populi, vox dei.

Entonces. despues de tantos años,  parece natural que un acto oficial, donde la mayoría de las instituciones tradicionalistas están dirigidas e integradas por personas de los partidos tradicionales, se mire con mala cara o, directamente no se salude, cuando aparece una autoridad de otro partido en un acto oficial.

Cuando “gobernaban ellos” como dicen los que recuerdan los gobiernos del Frente Amplio, los integrantes de las instituciones locales, como en el caso de Carmelo, -el ejemplo claro fue en los festejos de los 200 años- se la bancaban, aunque el clima de tensión en los actos era evidente. Eso lo pudimos apreciar en alguna visita de los ex presidentes Tabaré Vázquez y José Mujica y en las innumerables ocasiones que el ex Ministro Víctor Rossi estuvo por Carmelo.

Ahora “que gobernamos nosotros” dicen por lo bajo,  “ya no tenemos que aguantarlos” y cómo se permiten gestos como los vividos el pasado sábado en Plaza Artigas.

Una pena porque Caramelo es un “todos” que es bastante más que el “ellos” y el “nosotros”.

Nota escrita para edición de EL ECO.