Ventajas de la edición on-line o porqué los diarios van a desaparecer

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Gabriel Monteagudo
El lector que hoy compró la edición papel de El País, se sentó a almorzar convencido  que la planta de Montes del Plata había sido ocupada por los trabajadores. Así tituló el diario nacionalista en su página A8 de la sección Información Nacional “Sunca ocupa Montes del Plata”.
Sin embargo, quién sigue la versión Internet del matutino,  al sentarse a almorzar sabía que, en la mayor inversión extranjera realizada en el país,  ocurría un reclamo de paros parciales. Detención parcial de actividades como la que habían hecho la jornada anterior, y como hicieron en la mañana de hoy, en reclamo de información sobre la muerte del buzo de la Armada a principios de agosto.
En el mundo virtual, El País pudo solucionar lo que fue imposible de arreglar en el producto de su rotativa.
Me solidarizo desde aquí con el colega corresponsal, que seguramente pasó una de las peores mañanas de los últimos tiempos y que por estar en el terreno, seguramente fue el primero que alertó al matutino de la metida de pata que apareció en negro sobre blanco esta madrugada en todos los kioscos del país.

Quienes trabajamos en medios nacionales como corresponsales sobre el terreno, tenemos bien claro que estas cosas ocurren cuando los compañeros en una oficina de Montevideo reciben un dato, seguramente por una fuente que nosotros hemos desechado, y con ese dato, más un poco de imaginación, suman los caracteres necesarios para cubrir el espacio de una nota. Y aquí en el terreno,  es donde después nos chocamos con la gente que nos mira a la cara y nos pregunta “que disparate pusiste”.

Es bueno destacar entonces que, si bien el corresponsal no es infalible, siempre será mejor que un periodista a 300 kilómetros sentado en la redacción con un teléfono en la mano.

La imprecisión en la búsqueda y elaboración del producto noticia, entre otras cosas como por ejemplo el ahorro de recursos económicos que hacen las empresas periodísticas (siempre es más barato un llamado por teléfono que un corresponsal), la falta de chequeo y contraste de fuentes, etc,  resulta más corrosivo para  el periodismo que el irrefrenable avance de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (Tic’s).

Por otra parte y por su inmediatez, los medios de comunicación  on line -que aún nadie logra hacer rentables- le dan una certeza al lector que hoy los lectores de la edición papel no tienen,  al permitir la corrección on line de la información, actualizándola a cada minuto.  En la pagina web de El País, a las dos de la tarde,  no quedaban ni rastros de la noticia conque abrieron su portal a la mañana.

La credibilidad es el invisible sostén de un medio de comunicación. Hay un pacto intangible entre el medio y los lectores, donde este último acuerda como veraz la información que recibe y en dónde el medio se compromete a entregar  cada día la mejor versión de la verdad que le fue posible conseguir. Cuando ese pacto se rompe, la credibilidad del medio cae más rápido. Y se nota más  en el papel que en el mundo digital.

No serán muchos, pero es probable que  cuando algunos lectores habituales de El País papel se encuentren con dos o tres casos como el de hoy, que ocurren habitualmente y cada día más en la mal llamada prensa nacional -que en realidad es prensa montevideana-, opten por cambiar a una versión on line donde, al menos, la corrección de la noticia será mucho más rápido que esperar hasta el otro día una nueva edición del diario.