Gabriel Monteagudo
Hay una grieta en el Frente Amplio de Colonia. Es evidente la existencia de al menos dos líneas marcadas, a un lado y otro del quiebre que detonó por dos temas puntuales, y cuyos sacudones se siguen viviendo a diario en el contacto frecuente con cualquiera de los ediles.
El alineamiento que se produjo de un sector de la bancada de ediles con la política del intendente Carlos Moreira, produjo una ruptura en la clásica postura opositora. Ni siquiera el acuerdo tácito que en la legislatura pasada realizó el MPP con Zimmer, produjo el grado de crispación que se produjo en esta legislatura entre quienes desaprobaron el acercamiento a la política del Ejecutivo, y quienes decidieron apoyar a Moreira en el Impuesto al Alumbrado Público primero, y en el boleto a los estudiantes segundo.
Cubro la junta departamental desde hace más de veinte años, y soy un férreo defensor de la institucionalidad republicana que emana de este organismo legislativo departamental. Conozco a los ediles que trabajan y a los que se rascan el higo, a los que van a viaticar como decía el viejo Oscar Cáceres, y los que concurren siempre. Conozco a los que hacen aportes de fondo, a los que hablan para la tribuna, y los papanatas que creen que por sentarse en la banca y pedir la palabra para decir alguna pavada, se van a insuflar magicamente de una verba inteligente.
Hubo y hay de todo, pero lo que nunca vi, tan claramente, es una alienación tan patéticamente expuesta, de la mayor bancada opositora.
Porque que es sino alienación ideológica profunda -esto es pérdida de la identidad colectiva- el hecho de presentar una propuesta de excepciones a la ordenanza municipal que obliga a los estudiantes a pagarle boleto a las empresas de transporte departamental. Son las mismas empresas denunciadas por el mismo Frente Amplio como socias del Partido Nacional, a la hora de hacer los traslados de simpatizantes durante la campaña electoral.
La bancada del Frente Amplio de Colonia le hace pito catalán a la ley nacional del gobierno que la izquierda ha defendido históricamente e ignora dos, no uno, sino dos, dictámenes de la Dirección Nacional de Transporte del MTOP del gobierno frenteamplsita, que obligó puntualmente a dos empresas colonieneses, a llevar gratis a los hijos de dos madres que hicieron los reclamos.
Alejado de su base social, para los ediles del Frente Amplio parece ser más importante ser ediles por el hecho de ser ediles, que la razón de porqué son ediles, y algunos parecen no tener claro en base a que fundamentos ideológicos llegaron a esa banca luego de la elección.
Parece, mirado desde arriba, donde nos ubicamos los periodistas, que hay un grupo de ediles que quieren pegarse al gobierno municipal, y otro que pretende seguir con la línea de oposición histórica. A esta altura esto es un debate que el Frente Amplio tiene en todas las líneas: una izquierda socialdemócrata que navega según los vientos que le sopla al oído el capitalismo, o una izquierda que profundice los cambios para mejorar más aún, la vida de los más desposeídos, esto es, las grandes mayorías históricas de este país.
La fractura coloniense quedó expuesta tras la movilización popular que obtuvo 30 mil firmas durante el verano, para derogar el impuesto al Alumbrado Público que masificó la intendencia de Colonia, y que en lo que va del año le significó un ingreso por $20.574.794.
Más que la intención, se cuestiona el monto y la distribución arbitraria que se hizo desde la intendencia para efectivzar este cobro. Sin dudas los 300 pesos mensuales que pagamos todos, es bastante más que el «tarifazo» al que se pliegan algunos fanáticos antigobierno.
A caballo de una coherencia en el accionar político conservador, de una mesura exageradamente sobreactuada, y de la presunta comprensión -y traslado- de las lineas nacionales en lo departamental , hay un grupo de ediles del Frente Amplio que, una sesión más y otra también, parecen ediles blancos.
Se les nota, quieren parecerse y hasta se quisieran cambiarse de lugar en el recinto.
Pero más allá de los conflictos puntuales que han marcado esta grieta, hay un estado de sumisión que es realmente llamativa y da la sensación, cada vez más, que la sesión cuenta con treinta ediles nacionalistas.
Dos genuflexiones innecesarias de la bancada frenteamplista, que evidencian claramente esta actitud: la complaciente decisión de integrar la Mesa de un segundo vicepresidente, pese a que se había acordado la primera vicepresidencia pero que luego el Partido Nacional se la vetó, minutos antes de la sesión, hace pensar en que es más importante «parecer» vicepresidente, que hacer pesar la postura de respetar los acuerdos, y destacar que para el Frente Amplio, no son importantes los cargos.
Habría que preguntarse, cinco meses después, que ha logrado el Frente Amplio para la gente, que se la logrado más que arrodillarse ante la señala de los blancos y acceder quedar relegados a una segunda vicepresidencia. Nada, salvo la foto del edil designado en la pagina web de la Junta.
Y por ultimo la propuesta de la semana pasada, que dejó helado incluso a los ediles nacionalistas.
Casualmente esta semana, encontré esta foto del año 2008, casi diez años atrás. Juan Pablo Roselli, Luis Purtscher, andaba por ahí Ricardo Aranda, Pedro Leyzagoyen y el negro Ruben Martínez.
Me preguntaba que harían en una reunión de bancada ante la mención de adoptar alguna de estas dos actitudes. Y después me imaginaba lo que dirían en Sala.
Parece que los escucho. Y no puedo evitar sentir nostalgia.