El iPhone y la ignorancia 

GM

Un teléfono de Apple, un iPhone, tiene 30 gramos de litio para su batería, 27 gramos de vidrio, 18 gramos de plástico y varios materiales más. Incluso tiene 0,02 gramos de oro.

Si digo Apple, todos saben de qué hablo. Enseguida piensan en un iPhone, algunos en el que tienen, y otros en el teléfono ideal que quisieran tener.

Para fabricar cada iPhone hay buenos datos en internet. Allí, dice Apple, gasta seis dólares en materia prima.

Además, gasta cien dólares en marketing, empleados y fábricas.

Los 594 dólares restantes del costo total de un teléfono iPhone son conocimientos se puede ver en la cuenta de tiktok Seba Villalba.

La reforma educativa planteada por el gobierno va a generar empleados para fabricar esos iPhone, pero no va a producir gente con la creatividad suficiente para analizar y cuestionar la comunicación, plantearse nuevos desafíos tecnológicos, y así inventar aparatos iguales o  mejores que el iPhone.

El ejemplo es una exageración, pero es una exageración que ilustra la raíz de la propuesta de reforma educativa que plantea el gobierno y que impulsa Robert Silva. 

De eso hablan los jerarcas cuando hablan de educación por competencias. 

Competencias en el sentido de formarse para competir por el empleo que ofrece el mercado, una educación a demanda de las empresas, dónde el trabajador sea un engranaje no pensante de la maquinaria productiva de las empresas, trabajador que necesita el actual modelo económico.

Preparado desde chico para no pensar, para no saber más que las competencias necesarias para competir y ganar por ese puesto de trabajo cada día más escaso y que se ofrece como una zanahoria o un bien supremo al que alcanzar.

Un trabajador sin espíritu crítico, sin conocimiento del entorno, sin formación para darse cuenta de su clase ni de su lugar en el mundo.

En un mundo donde cada vez más el trabajo es un bien que cuesta más conseguir y donde los niños deberán acceder a  trabajos que aún no se han inventado, parece difícil que sea una buena idea no enseñarle a los gurises plástica, comunicación, historia, historia del arte, literatura, conceptos básicos de física y química, o dejar volar su creatividad a través del dibujo o descubrir nuevos mundos desde las historias de un libro.

Sin ellos,  es  educar para producir máquinas autómatas incapaces de quejarse o de tener espíritu crítico ni conciencia de clase.

Según la definición clásica, la educación por competencias debe dar sentido a los aprendizajes al basarse en la resolución de problemas o proyectos y acercar al estudiante a la realidad en la que debe actuar. Debe hacer a los estudiantes más eficaces al permitir que se distinga entre lo que es esencial y al establecer nexos entre los conceptos.

Los ideólogos de las competencias no ignoran que el sujeto del aprendizaje

es el estudiante, afirman Angélica Del Rey y J. Sánchez-Parga en su trabajo Crítica de la Educación por Competencias, publicado por Universitas,  “pero desconocen que la subjetividad de este aprendizaje es la inteligencia de ese mismo estudiante, y que la educación consiste precisamente en el desarrollo de esa inteligencia y de todas sus facultades. Por el contrario, la educación por competencias no se orienta al desarrollo de la inteligencia del estudiante, si no más bien y más directamente a determinados ejercicios y desempeños, usos y funciones de dicha inteligencia” afirman.

Enseñar la ignorancia

Los autores señalan que se trata de una “formación para lumpen profesionales”, ya que el  mercado neoliberal necesita, “por un lado, de profesionales cada vez más

y mejor preparados, especialistas, grandes científicos y pensadores, capaces de

producir nuevas ideas y nuevas tecnologías, que generen y entiendan los cambios sociales, orientando su desarrollo, y que en definitiva integren la clase dirigente; pero por otro lado, también necesita una clase mayoritaria de intelectuales “proletas” o “precarios”, lumpen profesionales únicamente formados para algunas competencias, muy baratos y para empleos provisionales y bajos salarios, solo útiles para ciertas actividades instrumentales, para determinadas fases de la producción y de la aplicación tecnológica, de las más simples y elementales”. 

Se trata, agrega “de trabajadores y empleados poco reciclables, muy desechables y fácilmente sustituibles por una nueva generación con el mismo perfil de lumpen profesional”.

El filósofo francés Jean Claude Michéa llama al “aprendizaje por competencias” La enseñanza de la ignorancia, la cual consiste en aprender destrezas

y habilidades, prácticas, técnicas y aplicaciones de saberes, pero sin necesidad de aprender y comprender esos saberes, conocimientos y tecnología (Michea, 2006).

Para las competencias solo se aprenden aquellos saberes para ser utilizados y aplicados, pero no para ser aprendidos y explicados, y sobre todo para poder generar nuevos u otros saberes. Los profesionales de y para las competencias son simplemente subsidiarios de las máquinas y de los aparatos, de las organizaciones e instituciones, de los procesos sociales.

Horas de apoyo.

Al hacer más paupérrima la educación, los primeros que son golpeados son los que más la necesitan. En este sentido, consultamos al exdirector José Luis Pittamiglio “si la educación está en dificultades, lo primero que no habría que hacer es sacar las horas de apoyo. Además, se imaginan quiénes son los estudiantes que necesitan esas horas de apoyo” señaló Pittamiglio “porque el que le puede pagar clases particulares a sus hijos se los paga” dijo “en Carmelo, cacique habían desaparecido los profesores particulares durante años, porque al liceo, y lo digo con absoluta propiedad porque yo era el director, tenía 100 horas semanales de apoyo”

En este momento estoy seguro, que no deben quedar ni 20 horas semanales de apoyo, contó “y no es por culpa del Liceo, no es por culpa de la dirección del Liceo, es porque el gobierno del Partido Nacional quitó, entre otras cosas, las horas de apoyo” dijo.

 Quiénes son los que se perjudican, los que no se pueden pagar clases particulares, se preguntó “seguramente Robert Silva y los demás jerarcas de la educación envían sus hijos a la educación privada, pero todos los que los enviamos a la educación pública, sabemos que hay momentos en que los chiquilines pueden tener dificultades y que en el caso de que el bolsillo te lo permita, le pagas un profesor particular” dijo “este gobierno eliminó las clases de apoyo, entonces de qué reforma educativa estamos hablando” se preguntó “para quién?”

Estoy seguro de que la inmensa mayoría de los docentes están de acuerdo conmigo en que se necesita hacer una reforma educativa, señaló “pero eso no quiere decir que cualquier cosa sirve, no sirve cualquier reforma educativa, sirve una reforma que por sobre todas las cosas atienda lo que los docentes, que son los que conocen, opinan sobre el tema” reafirmó.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s