La rica historia del Partido Colorado recogerá sin dudas el gesto de rebeldía de un grupo de dirigentes de Colonia, que este jueves enfrentaron el poder arrollador de Vamos Uruguay y decidieron que era mejor morir con dignidad que vivir de rodillas.
Lo que pasó este jueves en la Convención departamental fue grave: un grupo de colorados votando para no presentar candidato así podían acordar con el Partido Nacional. Muy mal debe estar el partido colorado en Colonia para oficializar orgánicamente su fusión con el histórico partido que combatió José BBatlle y Ordóñez.
Un partido al que el batllismo combatió porque le impedía al país avanzar en ideas nuevas, esas que José Batlle y Ordoñez instrumentó para cambiar para siempre el Uruguay a partir de 1904. Basta leer los discursos de los nacionalistas de hoy para comprender rápidamente que poco difieren de los discursos de ayer, pero es increíble escuchar hoy el cambio que ha tenido el discurso colorado. Un partido que perdió el alma al abandonar desde hace muchos años sus concepciones batllistas de la sociedad. Un partido colorado al que el batllismo junto con el pueblo, los abandonó hace rato.
Con este panorama, no extraña entonces los acuerdos entre los partidos fundacionales. En este marco, el sector mayoritario del Partido Colorado quería abandonar su idea de llevar como candidato a quién había surgido de la elección interna, el diputado Daniel Bianchi, luego que éste decidiera aceptar el ofrecimiento de Moreira de incorporar dos colorados al Ejecutivo departamental en caso de resultar electo.
En el medio, estuvieron en consideración aunque no deberían, las cuestiones económicas que señalan que no hay nadie entre los colorados, dispuesto a gastar entre 10 o 20 mil dólares como mínimo para llevar adelante la campaña departamental (comités, militancia, publicidad, impresión de listas, etc.).
Pero lo peor de la convención del jueves no fue esto, grave en si mismo al bajar las banderas partidarias por un acuerdo con lo que hoy se transformó en “familia ideológica” al decir del ex presidente Julio Sanguinetti.
Pero peor que eso, es hacer lo que se hizo, que es intentar impedir mediante el abstencionismo en la votación de la mayoría de los convencionales presentes, que otro sector del Partido Colorado, que cree que el electorado colorado debe tener una opción para votar dentro del partido, presente su candidato a la intendencia.
Intentar impedir, como se hizo según las fuentes coloradas que consultamos el jueves ni bien terminó la convención, que un grupo de batllistas independientes presentaran un candidato para hacer de paraguas a quienes aún se resisten a abandonar el Partido Colorado, parece de una arbitrariedad anti democrática increíble.
No es raro. Vamos Uruguay se ha caracterizado por el caudillismo cuasi militar de su líder Pedro Bordaberry, a quién cada vez más le afloran vestigios del caldo ideológico-familiar en el que cocinó su espíritu.
Finalmente 20 convencionales colorados le doblaron el codo a la pretensión mayoritaria y votaron para que el Partido Colorado tenga un candidato propio a la intendencia de Colonia.
Es una pena para el aporte conceptual y el ejercicio de la política departamental, que el diputado coloniense Daniel Bianchi se haya puesto al mando de esta barca de Caronte, que cruza por el río solo a aquellos que llevan una moneda bajo la lengua.
Aunque esa parece la ley, es de agradecer para la democracia departamental, que todavía queden colorados dispuestos a vagar 100 años por la ribera del río, antes de entregarse a las imposiciones del barquero de Hades.