El partido que gana gobierna y el que pierde, controla y ayuda. Eso es lo que quiere la gente y es el más sencillo y claro de los mensajes que envió la ciudadanía en el pasado mes de octubre dándole nuevamente mayoría parlamentaria al Frente Amplio.
Probablemente por una cuestión de genética histórica, los votantes uruguayos de 2014 portamos el recuerdo del experimento que significó el gobierno colegiado a mediados del siglo XX -de las pocas reformas de Batlle y Ordoñez que no funcionó- que tuvo que ser eliminado de la Constitución con la reforma de 1967 para devolverle al país una presidencia unipersonal y un partido que gobierne.
Más acá en el tiempo, el recuerdo es vívido sobre lo que significó el contubernio, alianza o liga vituperable, de blancos y colorados, que sin ser mayoría por sí solos, funcionaban como gobierno y a su vez como el palo en la rueda, haciendo del Uruguay un país estancado que terminó de explotar en 2002.
En términos sencillos, las mayorías parlamentarias fueron reconocidas por los uruguayos durante tres períodos consecutivos, como la forma de tener un gobierno que se haga cargo del voto que le da la gente y que no diluya responsabilidades con la excusa de que ésto o aquello no se pudo hacer porque el aliado o minoría menor en el gobierno, no votó lo que había que votar, porque se enojó cuando la minoría mayor en el Ejecutivo, no le daba el cargo que la minoría menor le reclamaba.
A juzgar por los resultados electorales, está claro que el uruguayo quiere un gobierno que no pueda tener excusas a la hora de gobernar, y para ello las mayorías parlamentarias son necesarias, para si hace las cosas bien, seguir votándolo, y si hace las cosas mal, cambiarlo.
De eso hablaba Bonomi cuando se hizo cargo del Ministerio del Interior, para citar un ejemplo conocido, y de eso habla Vázquez ahora cuando le dice a la oposición que en lugares sensibles como la Educación, el gobierno asumirá totalmente la responsabilidad de la conducción.
A nadie se le ocurre, por ejemplo, cuestionar la mayoría parlamentaria que el intendente tiene en la junta departamental. Al ganar la elección, la constitución le asegura al intendente la mitad más uno de los ediles de la junta departamental. Con 16 ediles en 31 como mínimo, los intendentes se aseguran la mayoría necesaria para llevar adelante durante sus cinco años de gobierno, las propuestas que les ofreció a la gente en su plan de gobierno.
En Colonia Zimmer con el Partido Nacional llegó a tener 18 en la legislatura que termina este año. Sin embargo, esa mayoría parlamentaria no le sirvió para encauzar uno de los gobiernos más espantosos que hemos padecido los colonienses.
Si no fuera por el aporte de dinero y técnicos del gobierno nacional, hace rato que el departamento de Colonia se hubiera ido a pique.
Si algo deja claro el gobierno de Colonia, es que tener mayoría parlamentaria como sus dieciocho ediles en la Junta Departamental, no te salva de la mediocridad gubernativa. Y eso que el Frente Amplio departamental fue muy cauteloso a la hora de hacer oposición y siempre buscó un acuerdo antes que la confrontación.
Como consecuencia de esta realidad, en donde parece de perogrullo decir que la gente vota a un gobierno para que se haga cargo del gobierno, valga la redundancia, es que hay sectores del Partido Nacional coloniense que hoy buscan despegarse del gobierno de Zimmer, y aseguran desde la disidencia, que Zimmer no los dejó participar del gobierno durante estos años. Sin embargo, Zimmer tuvo las mayorías de su partido cada vez que las necesitó en la junta departamental, y por eso los dieciocho ediles blancos, y los dirigentes responsables de esos ediles, son también corresponsables del gobierno del intendente de Colonia. Gobernaron con Walter Zimmer, e incluso, a pesar de Walter Zimmer.
El mal gobierno de Colonia no es responsabilidad única de Walter Zimmer, ni de su implosionado Espacio 19, sino de la totalidad del Partido Nacional de Colonia.
En un país que no acepta excusas a la hora de votar a su gobierno nacional, los colonienses nos enfrentamos a la disyuntiva de buscar para mayo, una oferta electoral, que haga en Colonia un gobierno que gobierne con mayorías en la Junta Departamental, para hacer las cosas que necesitan los colonienses.
Un gobierno departamental con más gobierno y menos excusas.