Así se gestó la redada de carmelitanos que terminó con la muerte de Chiquito Perrini.

Gabriel Monteagudo.

Con la dictadura ya instalada, los carmelitanos fueron perseguidos, encarcelados y torturados. En setiembre y octubre de 1973, unos meses después de que los militares se hicieran con el gobierno, comenzó la preparación de  una caceria de ciudadanos en el departamento de Colonia, cacería que hizo foco en Carmelo y que terminó con la muerte en la tortura de Aldo “Chiquito” Perrini.

Este trabajo, en base a documentos microfilmados que fueron desclasificados y cedidos a EL ECO para que vean la luz pública por primera vez, y que se pueden encontrar al final de esta nota, dan cuenta de la persecución que se hizo, las justificaciones que se encontraron para realizar las detenciones y las historias que fueron armadas para organizar la cacería militar contra militantes civiles de izquierda de nuestra ciudad.

Decimos esto porque antes de seguir leyendo hay que hacer una aclaracion necesaria: los textos con los hechos que se exponen, estan basados en informes militares que buscaron como tantos,  satanizar y convertir en malos y demonios a miles de uruguayos para justificar su llegada al poder y su permanencia en el mismo.

Se trata de testimonios a detenidos arrancados bajo tortura, es decir que, estas declaraciones no son confesionas o palabra que pueden surgir de un juzgado donde el detenido tiene todas las garantías para declarar, y con un abogado defensor presente, sino que son basadas en testimonios arrancados con violencia  a los detenidos indefensos, por parte de militares que durante días, tenían a los detenidos aplicándoles tormentos como colgarlos, hacerles el submarino, golpear sus genitales, aplicar picana eléctrica, y tenerlos desnudos en salas de tortura,  o violándolos directamente.

En ese marco, las historias no pueden ser tomadas al pie de la letra del texto que surge de aquellos informes,  sino que se debe contemplar el “paisaje” que querían contar los militares para justificar sus aberraciones. Asimismo, exponerlas a la luz pública es una forma de exorcizar una parte de la historia que todavía no ha sido totalmente contada y que muestra los límites del horror humano al que llegaron algunos uniformados que conformaron la parte más terrible de la historia reciente.

El marco histórico.

En febrero de 1973, en la base de Boisso Lanza, Juan María Bordaberry pactó con los militares la entrega de la democracia, la  cual hace efectivamente el 27 de junio de ese año.

Ya entonces las fuerzas de la represión tenían detenidos y torturados, ya había cancelación de libertades, había clausuras y atropellos de todo tipo. El desastre económico y social producto del deterioro del gobierno colorado iba en caída libre y se agudizaba peligrosamente. El gobierno de Pacheco Areco llevó al pueblo al límite y Bodaberry terminó de colapsarlo.

Así que, cuando comienza la dictadura, “los milicos” comienzan también una persecución impiadosa sobre los militantes de izquierda. Si bien la victoria sobre la guerrilla había sido declarada un año antes, en aquella época, la definición era clara y ser de izquierda, por más que se fuera ser sólo simpatizante del recientemetne nacido Frente Amplio, era ser “comunista” y “tupamaro”, no había más que esas calificaciones.

Desde 1972 el Movimiento de liberación Nacional Tupamaros estaba desmantelado y sus integrantes presos, y con la dictadura,   los principales líderes políticos estaban tras las rejas o en el exilio.

Presos cayeron ese año  Líber Seregni y Rodney Arismendi, entre otros. En el exilio huyeron porque habían sido amenazados de muerte Wilson Ferreira, Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz.

Contábamos en una edición anterior de EL ECO, que el brazo civil armado y fascista de la dictadura lo encarnó la Juventud Uruguaya de Pie y en ese marco de civiles apoyando a la dictadura, en Carmelo se formaron grupos como el Movimiento de Padres Demócratas y el Movimiento de Reafirmación Democrática.

Así se da una persecución hacia  quienes desde la izquierda, militaban o se movilizaban en denuncia de la pérdida de la democracia. 

Solo imagínese.

Imagínese usted, amigo lector,  que hoy desde la comisaría comenzarán a hacer una lista de quienes tienen posturas u opiniones de izquierda o progresistas. Imagínese que haya una o varias personas, civiles con simpatía hacia los militares, que se pare en una esquina y anote los nombres de los muchachos que van al comité Héctor Grosso, de lo muchachos que se movilizan con los gremios, de los que andan con pegatinas del FA en el auto o que anoten los nombres de los que alguna vez fueron visto en un acto del Frente Amplio o que se quedaron del gobierno en las redes sociales. 

Imagínese lo largo de esa lista,  y la arbitrariedad que pueda significar,  si un día alguien desde el poder, ordena detenerlos a todos.

Así pasó en aquella época, y esa razzia profunda y descarnada que ocurrió en todo el país contra el pueblo, llevó a decenas de carmelitanos y colonienses tras las rejas. La mayoría sufrieron torturas en el cuartel de Colonia, otros fueron exiliados, destituidos de sus empleos  o  marginados socialmente. A todos les ponía la letra B o C si los catalogan como frenteamplistas o blancos independientes, y eso significaba  que podían ser detenidos inmediatamente.

Si eras A estabas salvado, eras colorado, blanco herrerista  o simpatizante del régimen militar.

La locura militar.

Con todas las cúpulas políticas encarceladas, muertas o exiliadas, la dictadura cívico militar tenía que justificar su presencia,  y entonces seguía encontrando tupamaros y comunistas.

Así, de acuerdo a los documentos a los que pudo acceder EL ECO, a partir del mes de octubre de 1973 comienzan a realizarse una serie de operaciones por parte del Batallón de Infantería No 4  de Colonia, porque aseguran que pudieron “detectar grupos del MLN-T actuando en el departamento de Colonia”. 

A fines de diciembre de 1973 el Batallón de Infantería No 4 decide concentrarse primero en la ciudad de Carmelo y continuar luego con el resto de las localidades de Colonia.

Es así que enero del 74 se efectuaron aproximadamente cerca de 44 detenciones en el Departamento,  y otras tantas en febrero en Carmelo, entre ellas la de Aldo “Chiquito” Perrini que terminará muerto por los golpes y la tortura menos de un mes despues.

En el mes de febrero de 1974 se escribió un documento de la División de Ejército II que describe y analiza “las actividades subversivas que se desarrollaron en el Departamento de Colonia desde octubre de 1973 a febrero 1974”.

El documento está en el Archivo de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia.

 Policía de Montevideo. Carpeta Nº 30. No. 5001/55. D-2. D.E. II. 131200- FEB-74. P.C-20. Parte Especial de Información No. 049/974.

Los documentos

Este documento lo venimos buscando desde noviembre del año pasado. El documento no estaba en poder de la Institución de Derechos Humanos donde fue parte del material sobre el pasado reciente,  sino que estaba en Facultad de Humanidades y Ciencias,  donde un problema informático según nos dijeron, impidió que pudiéramos hacernos con el documento, pedido a esa institución formalmente el pasado 10 de enero.

Finalmente, gracias a la Fundación Cruzar con Samuel Blixen y Nilo Patiño a la cabeza, logramos una copia del documento de dos hojas, Copia No 2 de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia con el número 131200 de Febrero del 74.

Este documento original está en poder del área de archivo histórico de la Facultad de Humanidades y Ciencias que es la que tiene en  los archivos de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia.

Allí nos negaron el acceso al documento durante un mes y medio.

Sin embargo gracias a la Fundación Cruzar logramos su acceso tras una gestión de cinco minutos. Desde allí trabajan en la desclasificación de los microfilms de lo que se llama “Archivo Berrutti” que son los archivos que encontró la ex Ministra Azucena Berruti como Ministra de Defensa en el año 2006, durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez. Son unos 14 mil archivos  microfilmados a los que se suman los papeles encontrados en la casa del coronel Castiglioni.

Cruzar,  es un proyecto de difusión de archivos del pasado reciente que lleva adelante el periodista Samuel Blixen y en el que también trabajan alumnos y egresados  de la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República , así como de la Facultad de Ingeniería. Este proyecto busca dar transparencia a los documentos que fueron elaborados por durante el terrorismo de Estado ejercido durante la dictadura, la cual tenía objetivos militares, pero también políticos y sociales para llevar a cabo, con la colaboración de los civiles que la apoyaron.

El proyecto Cruzar cuenta con el apoyo de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos en acuerdo con el Grupo de Trabajo Verdad y Justicia.

Se pueden ver sus documentos en www.cruzar.edu.uy. Allí creen que estos documentos deben ser públicos y no permanecer ocultos o limitados al público por problemas informáticos.

La historia.

Está claro como los militares iban deteniendo gente con información que obtenían a partir de la tortura, así se hacían con  datos, algunos reales y otros mayoritariamente eran falsos pero que les servían para ir siguiendo el hilo para continuar deteniendo gente.

Piense usted si no es capaz de inventar historias y nombres o confirmar los nombres que les sugerían, mientras está desnudo en un caballete de madera, atado y con la cabeza sumergida en un tacho con excrementos, o dándole picana en sus genitales. 

Y cuando se les pasaban de las torturas con alguien y lo terminaban matando, una de las razones de la muerte era “edema agudo de pulmón” como le pusieron a Chiquito como causa de la muerte,  y como ya lo habían hecho unos meses antes en Rocha, más precisamente el   2 de octubre de 1973,con Hugo Leonardo de los Santos Mendoza,  al que también torturaron hasta matar,  y le pusieron la misma causa de muerte que después le pondrían a  Chiquito.

Según el relato de los documentos obtenidos por EL ECO de febrero de 1974, unos meses antes, en octubre de 1973 “después de practicarse la detención de Arturo Ilhenferld por efectivos del Batallón de Infantería 4 relacionado inicialmente por presuntas actividades de contrabando de armas, admite integrar una organización más antigua” que conformaban varios militantes de izquierda, “algunos de ellos que habían pasado a la clandestinidad”.

En el documento se nombra una serie de personas como “integrantes de la organización sediciosa”. 

Cuando se lee en el documento que tal persona “admite” hechos, hay que recordar lo que escribimos más arriba sobre las confesiones bajo tortura. A partir de la detención de Ilhenferd detienen a Diego Cabrera quien fue detenido el 29 de diciembre de 1973 al bajar de un avión de Arco en el Balneario Zagarzazú.

Así, Cabrera habla de Abel Vannni y de Ventura Rébori, viejos integrantes del MLN en Carmelo.

El el documento el informe militar dice entonces que en  antes de 1971 “la organización había concurrido a la República Argentina a la localidad de San Fernando para traer determinada cantidad de explosivos, habiéndose realizado en el velero de Rébori Sachs, pero “el contacto fracasó y después de dos dias de espera regresan a Carmelo donde a Vanni le correspondía esperarlos en una pequeña canoa para realizar el trasbordo y eludir el control de la aduana”.  Es decir que volvieron con la manos vacías, pero agregan que “a requerimiento de Lucas Mansilla, Abel Vanni le pasa a Pacheco, un contrabandista de la zona” que en ese momento estaba a disposicion del Juzgado de Carmelo.

A partir de estas detenciones “se resuelve orientar el esfuerzo por parte del batallón de Colonia sobre la Ciudad de Carmelo, con la finalidad de “agotar todos los medios para identificar a los grupos subversivos y proceder a su desintegración para continuar con posterioridad sobre el resto de las localidade del departamento” señala el documento.

Así se detuvo luego a Victorio Méndez que tenía en su poder una carta que le había enviado Raúl Sendic, el 29 de octubre de 1956, es decir casi 20 años antes y que Méndez guardaba como recuerdo.

También el informe habla que en 1959 se integraron al MLN Ruben Lalane, Roberto Bertolino y Bubby Bertolino “funcionando dicha célula unos meses abandonado con posterioridad la integración y actividades”. 

El documento señala como detenidos de relevancia a Carmelo a personas muy conocidas como Graciela Castillo, Ruberto Bruno, Ricardo Rodríguez, Roberto Bonet, y dos estudiantes de Juan Lacaze Sergio Bermúdez y Mario Perez.

¿Que hacían estos subversivos? Veamos lo que dice el informe sobre reclutamiento de carmelitanos “participando en reuniones de autocrítica, en las cual se extrae que el error del movimiento fue poner a los cabeza de grupo al frente de las acciones y como consecuencia de ello se quedaron sin dirigentes” afirma el documento.

Es decir, habla de gente que se reunía en 1974 para hablar de la actualidad política y analizarla. Parece descabellado que esa acción signifique que eran “subversivos” pero así eran para la visión de los militares y sus alcahuetes civiles de la época.

Se asegura en el texto que en el Balneario Zagarzazú se realizaban “lectura de documentos, prácticas de deportes, simulacros de acciones y defensa personal,”

En 1974, en febrero de ese año, detienen a Aldo Perrini que muere en los primeros días de marzo. La dictadura comenzaba a perseguir a todo el mundo con imagen de “comunista o de tupamaro”

En ese contexto el, informe dice que “los futuros grupos del Ejército” en Carmelo “tenían como jefes de grupo a Graciela Castillo, Ricardo Rodríguez y Ruben Lalane, funcionando actualmente con seis integrantes cada uno”.

El documento señala a los Faedo,  Ana y su padre Juan, así como que en el liceo “funcionaba un grupo  bancado por el Dr. Eduardo Emilio Buono (SIC) médico de la organización conjuntamente con Juan Cabrera en la secretaría de ese centro docente”. 

También el deporte estaba “infiltrado” según los militares y “en el Club de Remo de Carmelo funcionaba un grupo encabezado por Abel Vanni y los hermanos Ahlers”.

Todo conocemos a los que se mencionan en este documento y los conocemos como personas de bien. Más de cuarenta año después, el documento publicado por EL ECO revela “el relato” militar, con el que se justificó la represión en su momento sobre el pueblo de Carmelo. 

Este relato que bajaba desde el centro del poder militar, también permeaba a los civiles cómplices de la dictadura,  que después ejercieron su desprecio hacia los señalados con el dedo por los militares, y  que generaron una división profunda que aún permanece en algunos sectores de la comunidad local.

Los documentos:

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